Obsérvate delante del espejo.
Abre la boca imaginando una gran y agradable sorpresa.
Ahora gira tu cuello despacio y vuelve al centro. No emitas ningún sonido.
Tu boca sigue abierta. Solo observa.
Todo es grande en tu interior... deslizar el sonido es no golpearlo; es apoyarlo en el aire y con un buen calentamiento disfrutar de tu registro y subir y bajar notas que producen tus cuerdas vocales y resuenan.
No mires al piano mientras te acompaño.
Confía en tu voz y en la imitación de tu voz con la mía.
Nunca te dejaré sólo en tu primera experiencia con los agudos.
Recuerda, estás cantando, no hablando, por lo que tu oído interno avisa a su cerebro y le dice "oohh ¿ésta es mi voz?". Y yo adivino esa pregunta a gritos y sonrío con tu cara de sorpresa y te animo a seguir.
Los agudos de tu voz SON TUYOS. A veces son territorio virgen, natural.
Sin golpes, sin gestos ni tensiones faciales, ni ceños fruncidos, ni desplazamientos mandibulares... ¡¡sean todos ellos bienvenidos!!
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